“Fray Perico y su Borrico” (Juan Muñoz Martín)

Ha ocurrido una tragedia. He buscado por tres días en mi colección personal uno de los libros infantiles más entretenidos que tengo y no lo he podido encontrar. Quizás se perdió cuando hice mi cambio de casa o en una de esas ya se había perdido antes y eso me apena.

A ese tipo de recuerdos y sentimientos nos referimos en esta columna cuando hablamos del impacto de los libros en la niñez. Mi abuelita me compró “Fray Perico y su Borrico”  en la antigua Librería Crisis de calle Pedro Montt en Valparaíso y desde ahí se convirtió en uno de mis libros más queridos y es uno de los que más recomiendo.

El autor español Juan Muñoz Martín (Madrid, 13 de mayo de 1929), dedicado a la literatura infantil y juvenil, publicó en el año 1980 un libro que sería el primero de una exitosa saga de Fray Perico. Ocho libros siguieron a “Fray Perico y su Borrico”, sacando carcajadas y entreteniendo a grandes y chicos. De hecho, de acuerdo a la editorial SM, “Fray Perico y su Borrico” sigue siendo el libro más vendido dentro de su colección de literatura infantil Barco de Papel.

En el siglo XIX, en un convento de Salamanca viven veinte frailes franciscanos. Todos los frailes hacen lo mismo, visten iguales, mantienen su misma rutina día a día e incluso todos llevan la cabeza afeitada. Un día aparece un hombre de campo en la puerta de convento diciendo que él también quiere ser fraile. El fraile superior acepta y lo somete a diversas condiciones y pruebas, dentro de las cuales está la de vender en la feria del pueblo los productos del convento… pero gasta el dinero ganado en comprar un burro (o borrico) al que llama Calcetín. Así es como la llegada de fray Perico y su borrico Calcetín (posteriormente Fray Calcetín) va a trastornar la apacible existencia de los simpáticos y particulares frailes que viven haciendo el bien y repartiendo lo poco que tienen.

El convento no tardará en vivir situaciones disparatadas, llenas de humor y alegría, gracias al simpático y tierno Fray Perico y los otros geniales personajes que lo acompañan: Fray Nicanor, el superior; Fray Olegario, el bibliotecario; Fray Mamerto, el del huerto; Fray Silvino, que hace vino; la paternal estatua de San Francisco que adora a sus frailes y llora de la risa con sus aventuras, y muchos más.

La inocencia y poca destreza de Fray Perico cambian poco a poco la vida del convento y les devuelve la alegría y felicidad a los frailes y al mismísimo San Francisco. Una historia divertidísima y liviana, ideal para entretenerse en las tardes de invierno. Yo por mi parte continuaré en la búsqueda de mi querido ejemplar de “Fray Perico y su Borrico”… quizás le pida ayuda a San Francisco de Asís.

Constanza Álvarez, abogada.