Siempre hay que privilegiar la libertad de expresión

Creo que siempre hay que privilegiar la libertad de prensa, libertad de expresión y de opinión, porque sin esa libertad todas las demás libertades pierden su sentido“. Con estas palabras el entonces Ex Presidente Piñera, criticaba en 2016 la actitud que había tomado la presidenta Bachelet, quien había decidido querellarse en contra de la Revista Qué Pasa, y alguno de sus colaboradores, por un artículo en que se la relacionaba con un operador político simpatizante de la UDI y que había sido formalizado por el caso Caval.

Este caso, que fue criticado incluso internacionalmente por suponer una limitación a la labor periodística, más una torpe excusa (en un intento de justificarse señaló que lo hacía en su calidad de ciudadana y no como Presidenta), supuso lo que en palabras de la Asociación Nacional de la Prensa era una “alerta a la ciudadanía sobre los efectos que tendrá en la libertad de prensa la acción criminal interpuesta“.

Durante estas últimas semanas, hemos sabido a través de diversos medios, las intervenciones desde La Moneda por dos situaciones que si bien emanan de situaciones diferentes, simbolizan lo mismo: el uso del poder por parte de los gobernantes.

Desde Palacio se habrían comunicado con el dueño de la estación de televisión La Red por emitir la entrevista (no autorizada por Gendarmería), realizada a Mauricio Hernández Norambuena, conocido como “Comandante Ramiro”, condenado por el asesinato del Senador Jaime Guzmán Errázuriz, el año 1991, y del que hace pocos días se conmemoró su trigésimo aniversario. La comunicación era esencialmente una crítica al giro del canal en sus pautas, pues según La Moneda “el daño que se le hace a la democracia con esta línea editorial es complicado pues genera divisiones en el país”.

El segundo caso en dos semanas, fue la expresión del animador Julio Cesar Rodríguez “Variante Piñera” (como si de una cepa vírica nueva se tratara), utilizada en forma de crítica al actuar del gobierno en el manejo de la pandemia. Por esta razón el Presidente Piñera se comunicó personalmente con el gerente general de Chilevisión, haciendo patente su molestia por la “ridiculización presidencial”.

Los casos de la Ex Presidenta Bachelet y del actual Presidente Piñera, revelan justamente la labor que los medios cumplen en una democracia. Lo podemos resumir en una frase, que se suele atribuir a George Orwell, aunque en verdad no fue dicha por él: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”. Toda democracia liberal reivindica la importancia de publicar la información para dar a conocer el poder del Estado y así cumplir con una de las bases principales del liberalismo, la protección del individuo frente al Estado. Los gobernantes deben entender que, como personajes públicos y puestos en sus labores por el pueblo, están siempre bajo el ojo de la gente. Ya lo decía la antigua frase: “la ropa sucia se lava en casa, y la del Rey, en la plaza”.

Esa y no otra, es la labor del “Cuarto Poder”. Incluso es reconocido en nuestra actual Constitución Política de la República, en su artículo 19, numeral duodécimo: “La libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio”, obviamente sujeto a las responsabilidades que la ley le señale por los delitos que se pudiesen cometer en el ejercicio de dicha libertad.

En el caso de la Ex Presidenta, la querella presentada fue luego retirada, por lo que el Juzgado de Garantía a cargo de la causa la condenó al pago de $2.400.000 por concepto de costas del juicio, como pago a los abogados de los querellados. En los casos del actual gobierno, la condena tendrá que ser social, ya que no existen hasta ahora acciones jurídicas. O quizás la mejor sanción será recordarle al Presidente su propia cuña, la de 2016 con que comenzamos esta columna. En palabras del periodista Juan Cristóbal Guarelo: “el archivo no muerde”, está ahí para recordarlo.

Pablo Amorrortu, Abogado.